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Los derechos de las minorías y otras mañanas de domingo

Los derechos de las minorías y otras mañanas de domingo

Oía esta mañana en la radio la noticia del día: una señora que se ha puesto una nariz nueva tuvo ayer en la televisión, más de seis millones de espectadores. No es que me asombre, ya hay pocas cosas que me aturdan y me maravillen, pero este “evento”, si que me ha hecho pensar en el derecho de las minorías a sentir y pensar diferente, a no dejarse llevar por la turbamulta de la generalidad, en muchas ocasiones dirigida por un poder que pretende dormirnos entre narices famosas y partidos de fútbol.

Y, no es que me moleste que una amplia parte de la población, prefiera ser adiestrado como perritos de Paulov, para reaccionar ante los impulsos de los poderosos. Es normal, siempre se ha hecho, antes con la religión, después con el patrioterismo y ahora con cosas tan inverosímiles como la vida de alguien cuyo merito principal es haber sido meretriz de un famoso; Sin embargo no  me conformo y desde el respeto a cualquier idea o proyecto quiero reivindicar desde aquí nuestro derecho inalienable, como seres sociales e individuales, a revelarnos ante lo que nos parece injusto y mejorable.

Así que aquí estoy, para defender un proyecto para Aragón, que desde la recuperación de nuestra identidad como aragoneses, se apoya en nuestro pasado para construir un futuro,  con una nueva foralidad que restablezca todos aquellos derechos y libertades con los que contamos en otro tiempo, derechos individuales y colectivos con los que nos dotamos como país y que nos llevaron a florecer.

No voy a ser yo quien ponga el acento sobre nuestros problemas ancestrales, el primero nuestro tremendo individualismo, tal vez provocado por nuestra dispersión demográfica y lo diferentes que son los territorios y los hombres y mujeres que conforman nuestro país. La mayoría, aunque luego en las urnas no se nota, estamos de acuerdo en el mal trato que se nos da desde Madrid y en que los grandes partidos solo tienen ojitos para sus jefes, lo podemos comprobar en el diferente comportamiento que tienen en esos mismos partidos en otras comunidades; que los pequeños solo pretender ser bisagras para controlar sus parcelas de poder. Los clientelismos en Aragón son endémicos como las sabinas, la pena es que mientras que unas apenas si quedan, de los otros nos encontramos más cada día.

Seguro que si preguntamos, también somos capaces de ponernos de acuerdo en muchas otras cosas: que queremos el Canfranc, la travesía central, la mejora del aeropuerto, unas políticas medioambientales coherentes, no al trasvase, basta de construcción de pantanos,  ordenación y control del urbanismo desmedido, una sanidad de calidad, buenos servicios sociales, etc,etc.

Veis, no es tan difícil ponerse de acuerdo en lo que queremos, lo difícil es concitar a las personas para lograr soluciones de verdad,  proyectos, ideas, trabajo común, para mejorar Aragón y la vida de los aragoneses y aragonesas. Y esto, aquí si que estoy bien convencida, solo se puede llevar a cabo desde un proyecto integrador, de amplias mayorías, donde quepamos todos, trabajadores, empresarios y autónomos, que sea aplicable y se desarrolle en todos los territorios por igual, que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades independientemente de donde quieran vivir. Estos logros, solo se pueden conseguir desde aquí, por nosotros, con nuestros propios recursos y el poder de administrarlos, con una hacienda propia. Nunca desde fuera de Aragón han defendido nuestras aspiraciones y no es necesario poner ejemplos, por eso es necesaria, imprescindible, una nueva visión de lo aragonés, de sus raíces y de sus ramas,  una enramada entre los aragoneses que sea capaz de ilusionar a todos aquellos que viven y quieren vivir en este país.

Del fracaso del proyecto humano.

Hace unos días que me apetecía escribir sobre este asunto. Toda la información sobre la cumbre de Copenhague, durante las diferentes jornadas, me ha producido la misma sensación. El fracaso de esta cumbre es el del ser humano.

El movimiento ecologista lleva décadas previniéndonos de los desastres medioambientales y aun seguimos mirando hacia otro lado, nosotros como sociedad y nuestros políticos como extensiones de las compañías y los lobys, de las externalizaciones al tercer mundo, de los Bopal, Inquinosa y tantos.

No puede haber acuerdos cuando estas cumbres no son más que un tira-floja entre las potencias mundiales, en el fondo no se juegan contaminar más o menos por el bien del planeta, sino las producciones, los crecimientos económicos. Estas cumbres siempre me parecen un mercado, donde unos y otros vocean sin oír a ninguno.

Los seres humanos, nos inventamos un mundo a nuestra medida para poder sobrevivir. No teníamos recursos como otros animales para correr, oler o saltar y desarrollamos el cerebro, nunca sabré si para bien o para mal. Este mundo que nos inventamos, sobre todo los europeos, nunca a tenido nada que ver con el mundo real: hemos canalizado ríos, construido canales entre océanos, horadado montañas con túneles; hemos construido nuestras madrigueras en cualquier lugar sin tener en cuenta si allí ya vivía alguien, hemos exterminado animales porque nos molestaban para nuestra economía, hemos sido capaces de crear la esclavitud y la tortura, algo que no se da en ninguna otra especie animal.

Y después de todo esto, de nuestro desparrame como especie, que nos ha llevado a vivir desde el polo a los trópicos, ¿que pensamos? Pues yo creo que seguimos pensando lo mismo que pensó ese mono que se había puesto de pie, el día que cogió una piedra y la uso para matar a su enemigo. Todo es nuestro y todo lo podemos usar, en eso la religión católica ya nos ha enseñado bien, nada es poco para el hombre.

No sé como se podría conseguir una sociedad mejor, sin guerra, sin hambre, sin desastres, lo que si sé es que cada vez queda menos tiempo y los que nos gobiernan no tienen intención de solucionarlo.  

Pardina Baxa

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