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Reflexiones sobre la Ètica y la Estética

Reflexiones sobre la Ètica y la Estética

Hay que estar en la calle, para ver los apuros que sufren actualmente nuestros conciudadanos/as en su vida cotidiana: el goteo incesante de empresas que están echando el cierre en Aragón,  el progresivo descenso de la actividad laboral, la tremenda bajada de la productividad, una caída casi en progresión geométrica,  y el aumento brutal del índice de morosidad, enemigo mortal de las pequeñas y medianas empresas.

 

Así, mientras nuestros familiares, vecinos, amigos, se debaten ante el fantasma del paro, la incertidumbre de hacer frente a los pagos futuros e hipotecas, mientras todo el orbe continua prácticamente colapsado, por un sistema económico que, a todas luces, no acaba de evolucionar y regularse convenientemente, buscando conseguir unas nuevas estructuras económicas mas eficaces y eficientes, los sufridos vecinos y contribuyentes de la ciudad de Zaragoza, seguimos gobernados por partidos políticos que, parecen más sociedades corporativas de carácter mercantil, que entidades cuyo deber tiene que ser ante todo, defender los intereses de los ciudadanos para los que gobiernan. 


Políticos  y partidos, cuando están en la oposición, suelen ejercer con pasión y fruición, la doctrina de la moral, dejándola reducida muchas  veces al pastiche de la mera moralina, pero, cuando son ellos los que gobiernan, entonces las cosas cambian, hacen de la practicidad y el pragmatismo su bandera política, (el comportamiento del PAR en estos momentos es un buen ejemplo, no ve, no oye, no dice nada, aunque hay otros ejemplos no muy lejanos)

 

Algunos políticos cuando gobiernan llegan a comportarse como verdaderos sátrapas en su satrapía, como si la ética se relajara o se diluyera en el espacio del dinero publico, erario, que algún mandatario de turno se cree de vez en cuando que no tiene dueño, vaya, que puede gastarlo según su antojo, según su capricho estético o apetencia personal. Ese dinero es de todos los ciudadanos, de todos los contribuyentes, por lo que, los caudales públicos,  se deberían de gestionar y administrar de un modo ético, con una moralidad y control administrativo fuera de toda duda, irreprochable. Sin embargo, la realidad tozuda,  es bien distinta, el gusto, la voluntad personal del político de turno, es la que decide, y así llegamos a la estética, que cuando  no esta revestida de cierta ética,  es puro diseño funcional, banal y vacío;  incluso a la ética le corresponde ir acompañada de cierta apariencia estética: “La mujer del Cesar no solo debe de ser honesta, sino parecerlo”

 

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza,   está obligado moralmente a hacer publico el expediente integro del Seminario, ya vale de tomaduras de pelo, por lo menos proporcionarlo al resto de grupos políticos y aclarar absolutamente todas las irregularidades que no se han explicado sobre  este disparate: la modificación de un proyecto por valor de 12,5 millones de euros, sin informes técnicos previos que avalen esas modificaciones, sin un proyecto de modificación aprobado, etc.

 

La única máxima moral de algunos políticos cuando gobiernan es: “donde dije digo, digo Diego”; una praxis política, una gestión que se caracteriza por su falta de transparencia, tanto en la redacción como en la administración de los presupuestos, del gasto, vamos, el “chocolate del loro”: treinta y seis sillas, una mesa y 12,5 millones de euros, supuestamente despilfarrados,  por el capricho personal de un concejal avalan estas tesis.

 

Los políticos deberían hacer cursos sobre ética para la gestión del erario publico y ante todo, guardarse sus gustos estéticos personales para su casa y su bolsillo. Las administraciones deben de ser   transparentes en las cuentas publicas, pero esto, evidentemente,  no interesa  a ningún partido, con representación municipal en esta ciudad.

 

Chusé Antón

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