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Sexo, mentiras y cintas de video

Sexo, mentiras y cintas de video

          Debe ser mi bagaje de aficionada al cine,  lo que me evoca títulos de películas siempre que me decido a escribir sobre algún tema. No es que suela utilizarlos, pero en este caso creo que viene como anillo al dedo, porque el tema bien  podría ser el voyerismo social al que nos vemos sometidas las mujeres, que por diferentes circunstancias, estamos inmersas en mundos que hasta hace bien poco tiempo eran patrimonio exclusivo de los hombres. Esa especie de necesidad de, a través de la imagen fugaz, sojuzgar el comportamiento profesional y personal,  la valía individual de cada ser humano, hombre o mujer.

 

No es nuevo. Desde que las mujeres en el estado español comenzaron a acceder a puestos de responsabilidad en política,  en la II Republica existen ejemplos inolvidables e incluso la dictadura tuvo sus mujeres claves, la sociedad en general ha estado mirándolas, observándolas para entrever en ellas esa parte femenina, que parecer ser, podía trivializar su trabajo netamente  masculino. Se nos exige más. No pasa nada porque un político enseñe las piernas vestido de futbolista, incluso resulta simpático y cercano y además estas cosas les encantan. Sin embargo, cuando una mujer, hace gala de su condición, sea por su personalidad, su belleza física, su elegancia personal, se juzga todo su trabajo, olvidando con gran rapidez su esfuerzo y su éxito como profesional por encima de muchos hombres. No es que se ponga en duda su capacidad, se hace invisible con la excusa del acto trivial.

 

Ha habido numerosos ejemplos de estas actitudes, como simple arma política hacia el contrario, incluso dentro de las mismas formaciones, como ejemplo basto y bastardo de muchos que no desean que las mujeres seamos iguales en derechos y deberes, hasta cierta participación por parte de algunos  medios de comunicación, que encuentran en estos hechos la carnaza necesaria para atacar a unos y a otros.

Las mujeres, seamos de donde seamos, debemos ya de comenzar a tomar conciencia de este abuso, de uno más, que implica la destrucción de nuestra propia personalidad, somos mujeres primero y eso nos da unas características propias y sociales diferentes a las de los hombres, pero eso no es malo si se nos respeta como tal, si la sociedad comprende que en nuestro lado femenino es donde se albergan todas aquellas cosas que nos sirven para intentar mejorar nuestro mundo. No se puede obviar que fue en los procesos de cambio de los regímenes autoritarios a los democráticos, donde las mujeres comenzaron a tener en cuenta estrategias  que introdujeran el concepto de genero dentro del desarrollo de los derechos ciudadanos. Siempre hubo mujeres luchando, desde la Ilustración hasta nuestros días, demandando los mismos derechos civiles, políticos y sociales que se les negaban. Casi todas ellas quedaron  en el olvido, a pesar de que sufrieron doblemente,  como luchadoras por los derechos humanos y  mujeres con principios; tuvimos que luchar por el sufragio universal, derecho que se nos negó en muchos casos hasta bien avanzado el siglo XX  y luchamos también en todas las trincheras, en las parlamentarias y en las reales, y nunca por ello perdimos nuestra condición de mujeres.

Nos es ahora el momento, con una situación radicalmente distinta a las de nuestras abuelas, de peder nuestro carácter, nuestra feminidad, al contrario, es el momento de ponerla en valor, de hacer visible, todo lo que hemos aportado, sin miedo, siendo conscientes de la validez de nuestra labor, publica, privada y todo lo que significa haber sido transmisoras de tradiciones y valores, de patrimonios culturales y lingüísticos, sostenedoras de los dependientes y cuidadoras de cosas, trabajadoras en nuestra casa para que la sociedad pueda seguir funcionando, siendo al mismo tiempo profesionales, empresarias, trabajadoras y políticas.  Y  parece que aun se nos exige más...

Desde TA, queremos ponernos a la vanguardia de este movimiento, buscar en nuestra estructura interna, en nuestro trabajo cotidiano, en nuestras propuestas políticas, la introducción del concepto de genero, de la igualdad real entre hombres y mujeres, en la búsqueda de un mundo más humano, donde los valores cívicos y democráticos alcancen a toda la población, donde los derechos civiles, políticos y sociales tengan la misma trascendencia para todos. Queremos un Aragón mejor, un mundo mejor y lo queremos para todos por igual, sin distinciones.

La celebración de nuestro I Congreso Nacional, ha significado un momento decisivo e importante, en el que hemos incorporado nuevas ideas, con un amplio debate interno y con propuestas de trabajo que marcaran nuestra política en el futuro. En este Congreso, hemos asumido la incorporación de políticas de igualdad entre hombres y mujeres, aplicando la transversalidad en todas las estrategias y acciones del partido, además de tener un claro objetivo, la creación e implantación de un plan que cree una estructura interna en la que la participación paritaria entre hombres y mujeres, haga visible a los Aragoneses nuestro compromiso democrático e igualitario, que abarque todos los aspectos que preocupan a las  aragonesas, a su calidad y cualidad como ciudadanas, ser pioneros en propuestas que mejoren el nivel  de vida de las ciudadanas y ciudadanos de Aragón, porque no debemos olvidar que muchos de los retos que hemos conseguido superar, no solo nos han beneficiado a nosotras, sino a toda la sociedad en general.

 

 

Araceli

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