De estafas, expos y molinos de viento
Muchas veces, los que se denominan no nacionalistas (sic), dicen que nuestro error es mirar a las cosas cercanas y no ver las lejanas y globales, algo así como señalar la luna y solo ver el dedo. Nada más lejos de la realidad. No es que lo diga yo, ni que nuestro partido lo afirme, es algo de lo que se lleva teorizando y hablando desde que el concepto de globalización comenzó a surgir. De lo local a lo global ha sido una máxima que se ha empleado y reivindicado sobre todo desde la cooperación al desarrollo y ha acabado siendo una realidad que se está dando tanto en países en periodos de progreso como en los que llamamos desarrollados. De aquí, de esta reflexión, sin entrar más en ella, es de donde parten estos pensamientos que quiero reflejar y que llevan dando vueltas en mi cabeza desde hace varios días, de la consideración cierta de que, viendo lo cercano, podemos imaginar que es lo que ocurre en el resto del mundo y de cómo nos estafan una y otra vez económicamente y como pueblos.
Tal vez el comienzo de todo haya sido los anuncios con los que nos ha obsequiado el Gobierno de Aragón, esos donde una especie de caballito de mar (otro sic, estaría bien aquí) rojo y amarillo parece que quiere representar al estatuto de autonomía, a este ya viejo conocido, segundón y pobre estatuto con el que nos hemos conformado los aragoneses. Al margen , la imagen de una persona, parece ser que relevante en algún sentido dentro de la sociedad aragonesa y algo relacionado con un sueño, que espero no sea el de los justos porque, sin duda, hasta ahora en poco más se ha convertido. 600.000,00 € en intentar convencernos de que lo que tenemos es lo mejor, cuando los aragoneses ya hemos comprobado que con este estatuto y el anterior, seguimos estando como el Zaragoza, en segunda, con unas infraestructuras, unas comunicaciones, unos servicios sociales, que no han mejorado excepto por cuestiones puntuales que solo benefician a unos pocos, pongamos el ejemplo de la expo2008, que ha conseguido que se terminaran infraestructuras proyectadas, algunas décadas atrás, en la ciudad de Zaragoza, mientras que en el resto del territorio aragonés, seguimos viendo que las carencias de todo tipo siguen sin resolverse. Una estafa para mi esta expo, y, si no que se lo digan a todas esas empresas aragonesas que han visto como su trabajo y su esfuerzo solo servia para que alguien les hiciera la famosa del “nazareno”, dejando a muchas de ellas tocadas de muerte y otras definitivamente arruinadas, mientras en el consistorio zaragozano ni se ha resuelto, ni se ha querido resolver este grave problema.
Una estafa como la que nos quieren hacer ahora tragar con la nueva expo ;viene ayer Dª Teresa Fernández, con su “estilo imperio” a decirnos que el estado apoyara, pero no dice ni cuando, ni cuanto, ni como. Y sigo hablando de estafa, esta apuesta del alcalde Belloch, porque en vez de recuperar todos los espacios degradados que hay alrededor de la ciudad, y más en estas zonas de Las Fuentes, Montemolin y San José, llenas de fabricas abandonadas, de viejas fincas “espaldadas” y numerosos vertederos de todo tipo de cosas, esto que se quede como está y cojamos las zonas todavía en uso agrícola, zonas cuidadas y perfectamente definidas, hagamos un gran parque con ellas que luego mantenerlo y cuidarlo, ya veremos si es como en el famoso Parque del Agua, lleno de árboles marchitos y rastros de juergas juveniles.
Y mientras Mª Teresa nos ofrecía expos, los de Teruel luchando por una autovía que les lleve a Cuenca y el resto de los aragoneses, sin ver todo aquello que nos prometían: eje Somport-Sagunto, ley de la montaña, ley de lenguas, servicios públicos de calidad, etc; nuestros impuestos, lo que pagamos de nuestros sueldos y beneficios, que deberían de servir para mejorar nuestra calidad de vida, para que nuestros mayores tuvieran buenas residencias y atención domiciliaria, para una escuela publica de calidad y una sanidad que atendiera nuestra salud con celeridad, solo sirven para que en Madrid, dispongan de ellos a su antojo y seamos siempre los “solidarios”, los que pagamos con nuestro dinero las cosas de otros.
Hay que ver nuestro peso especifico en el estado: ninguno, se remodela un gobierno sin haber ni un ministro aragonés, ni uno durante la pasada legislatura y por lo que estamos comprobando tampoco en esta, a pesar de lo que nos quieren hacer creer desde el ejecutivo del Pignatelli. Ni un aragonés en los puestos de salida de las elecciones europeas, ni un aragonés que defienda los derechos que son nuestros, que reclame nuestra deuda histórica y todo aquello que como ciudadanos, que deberíamos ser de primera, nos pertenece.
¿Ese es nuestro sueño, Sr. Iglesias?. Ud. si que duerme a pierna suelta mientras los demás sufrimos sus incompetencias y sus pleitesías, supongo que esperando un retiro dorado.
Esto en lo que se refiere a estafas y expos, hablemos ahora de los molinos de viento, seres para algunos míticos, gigantes que mueve el viento y que generan riqueza y energía. Veamos a que puntos de corrupción se ha llegado en este nuestro país, corrupción que ha contado con el beneplácito y el “no mirar” de estamentos superiores al ayto. de un pequeño pueblo, convertido hoy en el paradigma del estipendio, el desarrollismo salvaje y el urbanismo desmesurado. Mirar a La Muela solo es ver otros muchos lugares de Aragón, lugares donde los que las constructoras han dominado a la clase política, convirtiéndola en meros gestores de su enriquecimiento. Sin ir más lejos todos los pueblos cercanos a la gran urbe y todos los que pueden ser susceptibles de ser turísticos. Hemos visto como se construían urbanizaciones y complejos hosteleros, muchos con campo de golf incluido, que constituyen un verdadero atentado a nuestro medio natural y humano; pueblos que prácticamente llegan hasta el siguiente en una nube de polvo de constructora, edificios que fuera de toda lógica rebasan la altura de las pequeñas casas rurales, sin que nadie halla puesto freno a estos desmanes. Estos son nuestros molinos, que como los del Quijote nos han parecido gigantes y solo son ruido, polvo y al final soledad.
Valgan todas estas humildes reflexiones para llegar solo a una consideración global: solo lograremos nuestros objetivos mediante una regeneración en profundidad de la clase política, desde la responsabilidad de que, gobernar, es algo más que acceder a un sillón, es cumplir los compromisos que se contraen con los ciudadanos en los periodos electorales, es intentar, siempre, no defraudar la confianza que, al poner el voto en la urna, nos prestan los ciudadanos. En cuanto a lo local y lo cercano, si nuestros políticos no creen en nosotros como pueblo, difícilmente lograremos que el resto de la sociedad sea consciente de nuestro potencial y nuestra diferencia, por eso, aquí estamos, porque nosotros si que creemos que somos capaces de llegar a ser, sin duda, una sociedad de primera.
Araceli
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