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RETOMEMOS LA INICIATIVA

RETOMEMOS LA INICIATIVA

  

Cuando a una persona se le educa a través del sistema político que rige en un determinado periodo, y está educación se realiza a muy temprana edad y dura unos cuantos años, se está formando una conciencia y sentimiento que nace de la doctrina que se imparte. Si la doctrina esta basada en sentimientos ajenos a la realidad cotidiana, está no forma a la persona en los valores que pretende, ya que cuando el periodo de aprendizaje termina la realidad vence a la doctrina, pero en cambio si esta está acompañada de lo cotidiano triunfa. Como ejemplo sirve el periodo autonomista, veníamos de una doctrina netamente españolista y la realidad social caminaba hacia la autonomía. En cambio ahora si la doctrina es más aragonesista, y la realidad social es más españolista, para que la percepción de la realidad social cambie, hay que comenzar a cambiar los aspectos que influyen en esa percepción, y como antaño hay que exteriorizar al máximo, los sentimientos, la simbología, y cuantas señas de identidad nos marcan de diferencia e incluso adaptar otras a las nuestras.

El ir contra una corriente que esta triunfando por ser el Estado garante de la misma, nos obliga a emplear si cabe sus propias señas de identidad y hacerlas nuestras para nuestro fin, no por ello emplear esto implica sumisión, sino todo lo contrario, adhesión al cambio que se propone. Un soberanista aragonés netamente consciente, puede hablar del Estado y aprovechar las señas que lo identifican haciéndolas suyas en su discurso claramente innovador que pretende de estas un cambio significativo, sin caer nunca en la exacerbación, solo para los fines, alcanzar la soberanía.

El estado español incorporó a su escudo a finales del siglo XIX las barras de la Corona de Aragón, haciendo suyo y cambiando la filosofía que reino durante el siglo XVIII y XIX de tierra conquistada y asimilada a los castellanos. Lo mismo hizo en la recopilación de voces para el diccionario de la academia.

Una vez terminada la Guerra de Sucesión la moneda aragonesa se usaba, incluso cuando se dejó de acuñar, la realidad social triunfaba sobre la nueva doctrina. Lo mismo ocurrió con el sistema de pesos y medidas aragonés que no cambió hasta bien entrado en siglo XIX.

Es necesario reflexionar en estos hechos y sugerencias y adaptar las señas de identidad e ideas a las corrientes ideológicas innovadoras que TA pretende.

Alberto

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