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Que la historia se repite una y otra vez

Que la historia se repite una y otra vez

 

“Por el Duce, por el Duce bendito”*

“Por el Duce/ Por el Duce Bendito/ Estamos dispuestos/ Siempre adelante iremos”*
(Himno oficial de “los balillas”,  las juventudes fascistas de Mussolini)

 Que la historia se repite una y otra vez, no es algo que hallamos descubierto ahora. Desde que el primer homínido descubrió que con una quijada de burro, podía matar a su enemigo y quedarse con la charca, la verdad, parece que poco hemos cambiado. Nos creemos que por tener altas tecnologías, poder ver y estudiar el universo, haber curado graves enfermedades, somos más evolucionados que nuestros ancestros, pero nos equivocamos, en el fondo, seguimos siendo ese mono lleno de miedo que consiguió poder aprehender con su mano un instrumento.

Esta última semana, muchos de los acontecimientos que han sucedido me han hecho meditar sobre todo esto, sobre la repetición de nuestros errores como seres sociales, de nuestro sempiterno delirio que nos lleva a los mismos pecados, a los círculos viciosos propiciados por los poderosos para hacernos creer esto o aquello, todo lo que en ese momento les sea beneficioso para sus intereses.

Las fotos de Berlusconi, sin duda, han sido algo que me ha causado verdadera repugnancia, no solo por lo desagradable de comprobar que la clase política en este momento es el segmento más corrupto, en el más amplio sentido, de la sociedad, sino porque me han recordado tiempos pretéritos, lugares que están en la historia, en los que infames personajes perpetraron atrocidades que parece  hemos olvidado.

De nuevo vivimos en un momento propicio para el fascismo, el racismo y la xenofobia, es lo que tienen las crisis económicas tan profundas como estas, que rápidamente aparecen salvadores de la patria que nos llevan a locuras colectivas de las que luego no sirve arrepentirse. He aquí el ejemplo más palpable del comportamiento de un gobernante, que recuerda sin duda al uno de los más atroces dictadores que la historia ha dado.

Y, en esta nueva versión, emulando a los cesares que tanto uno como otro admiran y admiraron, como nuevos Nerones, recogen el testigo de los abusos, de las monstruosidades que se cometen contra los débiles, sin el menor atisbo de conciencia y moral. Así lo describió Pier Paolo Pasolini en “Salo, los 120 días de Sodoma ”, película en la que de una manera descarnada relataba los abusos que cometieron los fascistas italianos en su última etapa, en la republica de Salo, en su definitiva huida hacia los infiernos, con adolescentes a los que usaban en sus delirios.

¿Cómo puede una sociedad, que se considera desarrollada y moderna, consentir que quien les gobierna cometa esos abusos?

¿Cómo puede la jerarquía católica seguir apoyando a un ser deleznable, mientras nos intentan dar clases de moral sobre otros asuntos?

¿Cómo, nuestra propia conciencia, deja que todo esto se quede como una mera anécdota, cuando estamos luchando para que este tipo de aptitudes se condenen y castiguen de una manera más eficaz?

O ¿es que acaso los poderosos pueden estar fuera de la ley ?

Debería abrirse un amplio debate social, enfrentarnos a estos asuntos, a las corrupciones, las morales, las económicas, para no volver a cometer los mismos errores y caer como sociedad en el sueño hipnótico de nuevas dictaduras. Ya es tiempo de que los ciudadanos comencemos a tomar conciencia de que entre nuestros derechos y deberes, también está el hacer que los que gobiernan, los que nosotros elegimos, nos escuchen y nos respeten, la exigencia de la sociedad de que las leyes deben ser justas con todos y aplicables a todos por igual. Ahora no es así. Los ciudadanos si no cumplimos con nuestras obligaciones, nos vemos abocados, sin poder evitarlo, al arbitrio de la justicia; los políticos, los administradores de nuestro erario, tienen estatus especiales que impiden en muchas ocasiones que las leyes se les apliquen de la misma manera. Queda claro el ejemplo en Berlusconi, a un tipo que tiene relaciones con menores se le aplica la ley y se le lleva a la cárcel, él, incluso se permite el lujo de declarar que son fotos simpáticas. Pues este ejemplo sirve para todo: si un empresario no paga sus impuestos, no cumple las leyes laborales, acabara en los tribunales; si un gobernante no paga sus impuestos, pasan años hasta que se puede probar que ha cometido un fraude, siendo, en muchos casos, el menor de sus delitos.

Hay que regenerar la vida política, hay que ser capaces de volver a tener una conciencia de servicio hacia quien nos elige, porque las promesas, son eso, promesas y demasiadas decepciones solo llevan a extremismos y salidas de tono.

Resulta difícil dedicarse a la política desde este punto de vista, teniendo ganas de mejorar la sociedad, queriendo realizar acciones que eleven el nivel de vida de los ciudadanos, buscando ser coherentes con la ideología que se predica. Siempre hay alguien a quien no interesa esta manera de proceder y pone trabas a que otros la ejerzan porque le obligaría a situarse en el mismo extremo y no es su objetivo. Tal vez por eso los idealistas, los que quieren sentir que merece la pena trabajar por un mundo mejor para todos, siempre se quedan en el camino.

Nos gustaría conseguir trabajar para la sociedad de esta manera, aunque resulte difícil, no tenemos otro objetivo, estamos cansados como ciudadanos que somos de este dislate en el que nos encontramos inmersos, donde lo blanco es negro y lo negro blanco, según sea conveniente. Debemos luchar por una sociedad inmersa en valores cívicos y democráticos, donde los primeros que deben dar ejemplo, a la vanguardia, deben ser los políticos, siendo una clase en la que se pueda confiar. Tiene que ser el objetivo de toda la sociedad buscar representantes que de verdad quieran trabajar por el bien común, porque resulta chocante que, de nuevo, en estas últimas elecciones, los casos de corrupción, los malos gobiernos, parecen no haber pasado factura a los políticos, lo que me lleva a preguntarme si es la sociedad entera la que ha enfermado, quedando los valores de rectitud y honradez como pasados de moda, como si lo “chic”, lo que “mola”, fuera ser un indeseable  y robar al erario publico, llevar trajes de 3000 € y coches de alta gama. Tal vez somos todos, que de una manera soberbia, pensamos, actuamos, pisando a los más débiles, intentando estar siempre por encima de la ley y todo aquello por lo que muchos luchamos en otro tiempo, la solidaridad, la justicia social, lo incorruptible,  haya quedado en el fondo de nuestros corazones, enterrado por tanta basura.

No perdamos la esperanza, como dicen algunos: “el ser humano es maravilloso”

  Araceli

 

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